miércoles, 17 de junio de 2009

Introducción

Las tradiciones son como piedras pesadas que nublan nuestro entendimiento de la Palabra de Dios. Piedras que, aún teniendo la promesa de ser más que vencedores, nos hacen andar arrastrados y resignados en nuestro caminar. Piedras que nublan la magnificencia de la obra REDENTORA de CRISTO.

Jesús habló acerca de las tradiciones:
Mar 7:13 ... invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.

Esto lo decía con referencia a bendecir a los padres, pero hoy día, las tradiciones han INVALIDADO la sanidad divina como derecho de redención (Isaías 53:4,5), la recepción de las promesas mediante la "fe", la diferencia del Nuevo Pacto con el Antiguo etc.

Esta recopliación de estudios es para aquellos "que deseen" quitar el peso opresor de las trdiciones heredadas y caminar con la fe que RESISTE y VENCE al mundo, los que desean un cambio, más que justificaciones para la derrota... para los que como yo, desean ver muchos más milagros y maravillas como continuadores de la obra de Jesucristo... para Uds, será la serie de estudios DESCARTANDO LAS TRADICIONES QUE MINAN LA FE.
"Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres"
con amor
Vero.

La Soberanía de Dios



La soberanía de Dios "mal entendida" es la piedra de la tradición más nefasta. Es agua que apaga el fuego, es la culpable de que a pesar de que Cristo nos hizo vencedores, vivamos como resignados a las circunstancias.
Qué este estudio pueda abrir los ojos de aquellos que con un corazón abierto buscan la verdad de las escrituras.



Por Andrew Wommack


Introducción



Mi corazón estuvo realmente conmovido este último mes. Asistí a una conferencia donde un viejo hermano conocido mío estuvo ministrando. Él pasó por terribles experiencias que casi destruyeron su fe. Él se había vuelto amargo e iracundo hacia Dios causa de ellas. Finalmente se humilló, volvió a amar al Señor y se entusiasmó acerca del futuro. ¡Alabado sea el Señor! Sin embargo en el proceso, llegó a creer que era el Señor quién había causado todos sus problemas y se había resignado a la “soberanía de Dios”.

Yo creo que es la peor doctrina en la iglesia hoy. Conozco que esta es una chocante declaración y está cerca de la blasfemia para algunas personas, pero la enseñanza soberanista de hoy, es realmente un asesino de la fe. La creencia que Dios controla todo lo que nos pasa es una de los más grandes ataques del diablo en nuestras vidas.
Si esta forma de interpretar las circunstancias es verdadera, nuestras acciones son irrelevantes y nuestros esfuerzos absurdos, pues “será lo que tenga que ser” y nada se puede hacer al respecto.
Si creemos que Dios determina todas las cosas buenas o malas que nos pasan, temporariamente tendremos algo de alivio pero a largo plazo esto desprestigia a Dios, obstaculiza nuestra confianza en Dios e induce a la apatía.

La soberanía de Dios



La palabra “soberanía” no se usa en la Versión King James. Se usa 303 veces en el Antiguo Testamento de la Nueva Versión Internacional, pero ésta siempre se usa en asociación con la palabra “SEÑOR” y es equivalente a “SEÑOR DIOS” en la Versión King James. Ni una sola de estas veces es usada la palabra soberano de la manera que la ha usado la religión en nuestros días y tiempo.
La religión ha dado a luz la invención de un nuevo significado de la palabra “soberanía” que básicamente significa “Dios controla todo”. Nada puede pasar sino lo que Él quiera. Sin embargo no es esto lo que afirma el concepto real de la definición
El diccionario define “soberano” así:

1. adj. Que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente:
poder soberano. También s.
2. [País o territorio] independiente,libre:
república soberana.
3. col. Magnífico,excelente, no superado
4. col. Muy grande o importante.
5. m. y f. Monarca

Ninguna definición de estas expresa que Soberano significa que “controla todo”. Se supone que puesto que Dios es superior o supremo, nada puede suceder sin Su aprobación. Esto no es lo que la Escritura enseña. En 2Pedro 3:9, Pedro dice:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca,”
Esto claramente enuncia que
no es la voluntad del Señor que ninguno perezca, aún así las personas perecen.

Jesús dijo:
Mateo 7:13
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”

Relativamente pocas personas se salvan en comparación con el número que se pierde. La voluntad de Dios para las personas en relación con la salvación no está siendo cumplida.
Esto se debe a que el Señor nos dio la LIBERTAD DE ELEGIR. Él no quiere que ninguno vaya al infierno y por eso pagó por los pecados del mundo entero (1 Juan 2:2, 1 Tim. 4:10), pero tenemos que optar por poner nuestra fe en Cristo y recibir su salvación. Las personas son las que eligen el infierno por no elegir a Jesús como su salvador. ES LA LIBRE VOLUNTAD DEL HOMBRE QUE LOS CONDENA, NO DIOS.

El Señor busca a cada persona, pero tenemos que cooperar. En última instancia, el Señor simplemente dejará que se cumplan las consecuencias de sus propias decisiones.

Dios tiene un plan perfecto para la vida de cada persona, pero Él no nos “obliga” a transitar ese camino. Nosotros somos agentes de libertad moral con la capacidad de elegir. Él nos ha dicho cuales son las decisiones correctas (Dt 30:19) pero Él NO TOMA esas decisiones por nosotros. Dios nos dio el poder de controlar nuestros destinos.

La típica enseñanza de la soberanía de Dios pone a Jesús en el asiento del conductor con nosotros como pasajeros. A primera vista todo parece bueno. Todos nosotros hemos experimentado el desastroso resultado de hacer las cosas a nuestra manera, así es que deseamos ser conducidos por el Señor y además, enseñar que nada pasa excepto lo que Dios quiere. Esto encaja encantadoramente; sin embargo las Escrituras nos retratan a cada uno de nosotros detrás del volante de nuestras vidas. NOSOTRS SOMOS LOS QUE MANEJAMOS. Se supone que tomamos instrucciones del Señor pero Él no conduce por nosotros.

Al hombre se le ha dado la autoridad sobre su propia vida, pero él debe buscar la dirección del Señor para triunfar. Jer 10:23 dice:

Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.

Dios nos creó para que seamos dependientes de Él y nuestra independencia es la raíz de todos nuestros problemas. Como si no fuera lo suficientemente malo para el hombre intentar manejar sus asuntos independientemente de Dios y Sus pautas, esto ha sido empeorado por la religión que nos enseña que todos nuestros problemas son de hecho “bendiciones de Dios” [o “propósitos de Dios” N. del T.]. Esto asesina a la fe.
Hace a las personas totalmente pasivas.

Santiago 4:7
“Someteos pues a Dios, resistid al diablo y huirá de vosotros”

Este versículo nos aclara que algunas cosas son de Dios y otras del diablo. Nosotros debemos someternos a las cosas que son de Dios y resistir las cosas que son del diablo. La palabra resistir significa “luchar activamente en contra de”.
Decir “lo que tenga que ser, será” no es luchar activamente en contra del diablo.

Si una persona creyera realmente que Dios es el que puso la enfermedad en ellos porque Él está intentando implementar algo nuevo en sus vidas, entonces ellos no deberían ir al doctor o tomar medicamentos. Esto sería resistir los planes de Dios. Deberían dejar que los enfermos sigan su curso y por lo tanto obtener el beneficio total de la corrección de Dios. Por supuesto ninguno se avoca a tal cosa. Esto es absurdo. Resulta más absurdo aún creer que Dios está detrás de las tragedias.

Hechos 10:38 dice que Jesús sanó a todos los oprimidos POR EL DIABLO no fue Dios el que los oprimió con la enfermedad. Fue el diablo. Es lo mismo hoy en día. La enfermedad es del diablo, no de Dios.
Nosotros necesitamos resistir la enfermedad, y por fe, someternos nosotros mismos a la sanidad que es de Dios a través de la expiación de Cristo

Yo sé que alguno está pensando ¿qué hay de las instancias del A.T cuando Dios aflige a la gente con enfermedad y plagas? Hay mucho que yo podría decir acerca de esto si tuviera el espacio, pero una respuesta simplificada a esta pregunta es que ninguna de esas instancias eran bendiciones. Eran maldiciones. Dios sí usó la enfermedad en el A.T. como castigo pero en el N.T. Jesús cargó nuestras maldiciones por nosotros. Gál 3:13. Dios “no pone” más enfermedad en el creyente del N.T así como Él “no nos hace” pecar.
Ambos, el perdón de los pecados y la sanidad son parte de la expiación que Jesús proveyó para nosotros.

Deuteronomio 28 debería resolver para siempre esta pregunta para todos aquellos que creen en la Palabra de Dios. Los primeros 14 versículos de Dt 28 enumera las bendiciones de Dios y los últimos 53 versículos enumera las maldiciones de Dios. La sanidad está enumerada como una bendición. Dt 28:4. La enfermedad está enumerada como una maldición (Deut. 28:22, 27-28, 35, 59-61). Dios llamó a la enfermedad una maldición. No deberíamos llamarla una bendición.

Conocer que Dios no es el autor de mis problemas es una de las más importantes revelaciones que el Señor jamás me ha dado.
Si yo creyera que fue Dios, quien mató a mi padre cuando yo tenía doce años como así también a algunos de mis mejores amigos antes de que yo tuviera 20, si fue Dios quien había secuestrado personas, que fue Dios quien permitió que me calumnien, que me amenacen con matarme, y haga que seres queridos se vuelvan en mi contra, lógicamente de ser esto así, yo tendría dificultades para confiar en Dios.
Por el contrario, es muy reconfortante saber que Dios sólo tiene buenas dádivas en la tienda para mí.
Cualquier problema en mi vida proviene del diablo, de mi propia creación, o simplemente de los resultados de la vida en un planeta caído. Mi Padre celestial no me ha hecho nunca daño alguno,[ni lo permite] y nunca lo hará. YO SÉ esto.

No estoy diciendo que no hay nada que aprender de las dificultades. La mayoría de ustedes que están leyendo este artículo han llegado al Señor porque algo los abrumó en su vida y causó, a su vez, que se acerque al Señor por ayuda. Esta situación no era de Dios, independientemente de los resultados. Usted vino al Señor a causa de la dificultad y la fe que usted puso en Él cambió su vida alrededor, pero no fueron las dificultades que cambiaron su vida. [De hecho no todos buscan a Dios cuando tienen dificultades]

Si las dificultades y problemas nos hacen mejores, entonces todos los que han tenido problemas tuvieron lo mejor para ellos. Los que tienen más problemas serían los que están mejor. Eso simplemente no es así.

Permítanme ilustrar esto con una historia acerca de mi hijo, Joshua. Cuando sólo tenía un año de edad, yo estaba cargando madera en un camión grande en el calor de un verano de Texas. Josué estaba conmigo, y él estaba teniendo un gran momento jugando en el patio con la madera. A media tarde, estaba cansado y con sueño y comenzó a acostarse en la tierra para tomar una siesta. Sabía que a su madre no le gustaría esto, por lo que lo puse en la cabina del camión para que se acueste y tome su siesta.
Él había querido entrar en ese camión todo el día, y cuando lo puse ahí, revivió. Tuve que bajar las ventanas porque hacía calor, y Joshua se inclinaba fuera de la ventana saludándome con la mano por el espejo lateral. Le dije que se acostara y le di unas nalgadas, pero no tuvo en cuenta esto. Él se inclinó demasiado lejos por la ventana, quedó fuera de la cabina, golpeó su ojo con el estribo de la camioneta y aterrizó de cabeza.
Corrí hacia él, oré por él, y lo contuve hasta que dejó de llorar. Entonces le dije que esa era la razón por la cual le había dicho que se acueste y que no se asome por la ventana. He utilizado esta situación que le causó dolor, para enseñarle a él.
Ahora si Joshua hubiera interpretado lo sucedido a la luz de la soberanía que enseñan los maestros de hoy, habría ido a decirle a a todos sus amigos que “su padre lo dejó caer de ese camión para enseñarle a obedecer”. ¡Eso no es así! Hice lo que pude para ponerle límites. Yo tendría mucho dolor si esa fuera la manera de pensar de Joshua acerca de mí.

No creo que bendiga a nuestro padre celestial que nosotros lo culpemos por todos los problemas que vienen a nuestras vidas. Seguramente, Él nos confortará cuando nosotros nos volvamos a Él en el medio de nuestros problemas, pero Él no creó las circunstancias negativas que afectan nuestras vidas.
Dios es soberano en el sentido que Él está por encima de todo y es supremo. No hay uno mayor en autoridad o en el poder [Él estableció todas las leyes y principios que gobiernan el universo], pero eso no quiere decir que ejerce su poder mediante el control [o manipulación] de todo en nuestras vidas. Dios nos ha dado la libertad de elegir. Él tiene un plan para nosotros. Se trata de revelarnos ese plan y estimularnos en esa dirección, pero nosotros elegimos. Él no hace nuestras elecciones por nosotros.

En muchos casos, es nuestra elección equivocada la que trae desastres sobre nosotros. En la mayoría de los casos, nuestros problemas no son nada más y nada menos que ataques del diablo. En algunos otros casos, las fuerzas de la naturaleza de un mundo imperfecto nos causan dolor. Nuestras tragedias no son nunca el juicio o la corrección de Dios. Jesús vino a darnos “vida abundante”. El diablo vino a robar, matar y destruir (Juan 10:10). Nunca te dejes confundir. Si es bueno, es de Dios. Si es malo, es del diablo. [Si esto no fuera así, nunca podría resistir al enemigo con efectividad, pues no sabría qué viene de dónde]

Esta es una doctrina fundamental del Cristianismo que debe entenderse adecuadamente si quiere la victoria en su vida. Creer que Dios controla todo, lo transforma en una persona pasiva
¿Para qué orar y creer en algo mejor? Sea como sea, pasará lo que Dios quiera. Eso simplemente no es cierto. [la voluntad de Dios de que seamos bendecidos en todas las cosas ya está expresada en todo el N.T]

El Señor es la respuesta a todos nuestros problemas. Él no es el problema.
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Quitemos la piedra de la mala enseñanza acerca de la soberanía de Dios, y podremos entender que TODAS las buenas dádivas vienen de Dios y el que viene a hurtar, matar y destruir es el diablo mismo... sin permisos de Dios. Esto te ayudará a aplicar tus derechos de hijo de Dios con toda confianza, sabiendo que fuiste hecho un vencedor por el sacrificio de Cristo.

Bendiciones!

miércoles, 20 de mayo de 2009

¿Es la vida de Job un Referente para el Cristiano Renacido?

¿Job o Jesús?

Por Barry Bennett.


Tal vez el libro más mal entendido de la Biblia es el libro de Job. En algunas iglesias el libro de Job es más citado que el Nuevo Testamento, y la frase “Jehová dio, y Jehová quitó” (Job 1:21), es más conocido que las palabras de Jesús cuando dijo, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

¿Existe similitud entre la vida de Job y la vida del creyente? ¿Job representa un ejemplo o un patrón para el cristiano? ¿Tienen las declaraciones de Job más autoridad que las de Jesús y Pablo? Estas son preguntas substanciales y merecen una respuesta clara.

Job es, tal vez, el libro más antiguo de la Biblia. Habla de un hombre que vivió después de Noé y antes de Abraham. Era el hombre más rico de la época, un hombre perfecto, recto y temeroso de Dios. Satanás, en su rol de acusador (Apocalipsis 12:10), tienta a Dios para que quite de Job su abundancia (Job 1:6-11). Pero Dios no puede ser tentado por el mal (Santiago 1:13) e informa al diablo que la abundancia de Job está bajo su poder, o sea Satanás tenía el dominio. “Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano” (Job 1:12). Desde el pecado de Adán y Eva en el huerto de Edén, el diablo ha sido el “dios de este siglo” y ha tenido autoridad para “robar, matar y destruir” (2 Corintios 4:4 y Juan 10:10).

La única forma que existe para experimentar la protección de Dios de los ataques del diablo es a través de un pacto. Un pacto es un acuerdo entre Dios y una persona, o un grupo de personas, que extiende a ellos la provisión, protección y abundancia de Dios, mientras ellos obedezcan la voz de Dios y los reglamentos del pacto. Al leer el libro de Job, es obvio que éste no participaba en el pacto que Dios cortó con Abraham porque Job no disfrutaba de la protección que existía bajo el pacto. Dios había declarado a Abram, “No temas, Abram; yo soy tu escudo” (Génesis 15:1). Job vivía en temor y no contaba con el escudo de Dios.

Job tampoco disfrutaba de las promesas que existían bajo el pacto de la ley. Dios había prometido a Israel, “Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti” (Deuteronomio 28:7). El diablo y los enemigos de Job le quitaron todo en poco tiempo, porque Job fue un hombre bendecido, pero no protegido por un pacto. El sacrificaba en temor y su vida reflejaba más la vida de un hombre que no obedecía la voz de Dios; “si no oyeres la voz de Jehová tu Dios... tendrás tu vida como algo que pende delante de ti, y estarás temeroso de noche y de día, y no tendrás seguridad de tu vida” (Deuteronomio 28:15 y 66). Job había declarado, “Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). Es obvio que Job vivía sin la certeza de un pacto de protección de parte de Dios.

El hecho de que Job fuese un hombre perfecto y recto le salvó la vida. “El justo es librado de la tribulación... mas la justicia librará de muerte” (Proverbios 11:8 y 4). Pero fue un hombre sin conocimiento y sin revelación. Después de muchas discusiones teológicas con sus amigos acerca de todo el mal que le había sucedido, Dios interrumpió la conversación de los hombres y le declaró a Job su majestad y poder. La respuesta de Job es importante para todos aquellos que tienen interés en este libro tan antiguo. “Hablaba lo que no entendía... De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:3,5-6). Aún siendo un hombre “perfecto,” Job tenía que arrepentirse ante la revelación de Dios. Esta declaración efectivamente anula casi todas las conversaciones que ocupan tantos capítulos y espacio. Job admitió su ignorancia, intercedió por sus amigos, y Dios aumentó al doble todo lo que había pertenecido a Job.

Entonces, ¿qué podemos aprender del libro de Job? En verdad, hay mucho. El libro de Job nos sirve, mas que nada, como un ejemplo del hombre que no tiene un pacto con Dios, o no tiene conocimiento del pacto, siendo ignorante y temeroso.

Cuando comparamos la vida de Job con la vida del creyente, es posible ver cuán bendecidos somos, y la riqueza de la provisión que existe por fe en Cristo Jesús. Todavía, hoy en día, el diablo sigue buscando a gente de Dios que no tenga conocimiento de sus derechos ni su autoridad. “El diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:7). El diablo tuvo acceso a Job, y el temor de Job le abrió la puerta a su vida.

Veamos ahora algunas de las diferencias que existen entre la vida de Job y la vida del creyente.


1. Job no tenía un pacto con Dios.

Ya hemos visto que Job no disfrutaba de la seguridad que proviene de un pacto con Dios. El vivía y sacrificaba en temor, y sus enemigos y el diablo tenían acceso a todas sus cosas.

Pero, ¿qué de nosotros? Gracias a Dios, no solamente tenemos un pacto, sino tenemos el mejor pacto posible. “Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo (Jesús), cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (Hebreos 8:6). El pacto que Dios nos dio, por medio del sacrificio y la resurrección de Jesús, es por su gracia, y depende de nuestra fe el que tenga poder en nuestras vidas. En este pacto existen promesas de salvación, sanidad, protección, provisión, paz, autoridad, gozo y mucho más. Job no disfrutaba de nada similar. Lamentablemente, si somos ignorantes del Nuevo Pacto, tampoco disfrutaremos de sus beneficios.


2. Job no tenía conocimiento del diablo.

En el Antiguo Testamento, existen muy pocas referencias al diablo. Para muchos de los autores del Antiguo Testamento, todo lo que pasaba en la vida provenía de Dios, fuese bueno o malo. Sin embargo, en Malaquías 3:11, Dios declara que “reprenderé también por vosotros al devorador,” pero jamás había mencionado antes quién era o su rol en el mundo. Era un tema casi desconocido antes de Jesús.

Pero el diablo existía en los tiempos antiguos, y de hecho Jesús y los autores del Nuevo Testamento nos aclararon bastante el tema . El diablo es “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4), “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31), “el ladrón” (Juan 10:10), “el príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2), y “el maligno” (1 Juan 5:19). Su rol es robar, matar y destruir (Juan 10:10), y su dominio es el mundo entero (1 Juan 5:19). El diablo mismo declaró a Jesús que los reinos de la tierra, su potestad y la gloria de ellos a él fueron entregados (Lucas 4:5-6). ¡Y Jesús no lo niega! Así fue en el tiempo de Job, también.

Job vivía sin este conocimiento, y entonces, erróneamente culpaba a Dios por sus aflicciones. “Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, Cuyo veneno bebe mi espíritu; Y terrores de Dios me combaten” (Job 6:4). Pero nosotros sabemos que nuestra lucha no es contra Dios, sino “contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12), y si tomamos el escudo de la fe, podemos “apagar todos los dardos de fuego del maligno” (Efesios 6:16).


3. Job no tenía un conocimiento pleno de Dios.

Job no tuvo acceso a la revelación de las escrituras, porque vivió antes de ellas. Su conocimiento de Dios estuvo limitado a lo que había escuchado de sus antepasados. El mismo dijo, “De oídas te había oído.”

Pero, ¿qué del creyente? La revelación de Dios a través de Jesucristo es la máxima revelación que existe. “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:15).

Si alguien quiere conocer a Dios, sólo es necesario ver a Jesús porque El es Dios en la carne. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Jesús es “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3) y El es “la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15). Todo lo que piensa Dios, piensa Jesús. Todo lo que dice Dios, dice Jesús. Y todo lo que hace Dios, hace Jesús. Jesús nos muestra como es realmente Dios, sin ningún misterio ni duda. Lo que es Dios, es Jesús. Y Dios mismo dijo acerca de Jesús, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5). A Job le faltó esta revelación. No somos como él.


4. Job no había nacido de nuevo.

Una de las diferencias más importantes entre el creyente y cualquier personaje del Antiguo Testamento es la diferencia espiritual. El creyente es una nueva criatura (2 Corintios 5:17), reconciliado con Dios (2 Corintios 5:20), hecho justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21), y un espíritu con él (1 Corintios 6:17). Además, nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1Corintios 6:19), y Cristo vive en nosotros (Gálatas 2:20). Ninguna persona del Antiguo Testamento experimentó algo similar. El nuevo nacimiento transforma al hombre, le libra de la potestad de las tinieblas y le traslada al reino de Jesús (Colosenses 1:13). Automáticamente, el creyente recibe autoridad “sobre toda fuerza del enemigo” (Lucas 10:19). Es obvio que la ignorancia de Job, más el hecho de que no había nacido de nuevo, le dejó expuesto a las tácticas de Satanás. El creyente no tiene que pasar por lo mismo.


5. Job no tenía armas para luchar.

Una de las realidades más gloriosas bajo el Nuevo Pacto es el hecho que Dios ha capacitado al creyente para enfrentar todas las circunstancias adversas que existen en el mundo. El creyente no es una víctima sino un vencedor. “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús” (2 Corintios 2:14). Al mencionar lo que Dios nos ha concedido por Cristo, es fácil observar la gran diferencia que existe entre la vida del creyente y la de Job. Hemos recibido la autoridad del Nombre de Jesús (Hechos 3:6), la promesa del Espíritu Santo (Hechos 1:4-8), la armadura de Dios (Efesios 6:11-18), los dones del Espíritu Santo (1 Corintios 12:1-11), las llaves del reino para atar y desatar (Mateo 16:19), la Palabra de Dios (Juan 17:8,14), el poder de la fe (Marcos 11:22-23), grandísimas y preciosas promesas (2 Pedro 1:3-4), y la paz que sobrepasa el entendimiento (Juan 14:27, Filipenses 4:7). Además, no hemos recibido un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7).

Entonces, ¿cómo puede un creyente pensar, por un minuto, que su vida es comparable a la vida de Job? A Job le faltó el conocimiento y las armas para luchar. Fue una víctima, pero nosotros no. ¡Ya hemos sido bendecidos con toda bendición (Efesios 1:3)!


6. Job adoraba a Dios en temor e ignorancia

“... y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos (sus hijos). Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos... De esta manera hacía todos los días” (Job 1:5). Evidentemente, era un hombre de buen corazón, pero adoraba y sacrificaba en ignorancia. Gracias a Dios, ¡no vivimos en la misma ignorancia! Jesús declaró, “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad... Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:23-24). ‘En espíritu’ significa nacido de nuevo, y ‘en verdad’ significa, según la revelación de Jesús a través del Nuevo Pacto. Dios demanda nuestra adoración, no según nuestras supersticiones y temores, sino según la revelación de su amor y gracia a través de Jesucristo. Job no podía adorar así, pero nosotros, sí podemos.


7. Job vivía en temor

Ya hemos mencionado que el espíritu que controlaba a Job, como a todos los que viven sin conocer a Jesús, es un espíritu de temor. Cuando Adán y Eva pecaron en el huerto de Edén, perdieron instantáneamente su confianza en Dios y tuvieron miedo (Génesis 3:10). Es el miedo, o el espíritu de temor, lo que opera en la raza humana y produce las religiones, las supersticiones y los ritos paganos. El hombre que no ‘ha nacido de nuevo’ no conoce a Dios y así, es imposible tener una conciencia libre de pecado. Por eso, Job sacrificaba todos los días, por si acaso. Por eso, exclamó, “y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25).

El creyente no vive así. Pablo declara que, “en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe (no por sacrificios),... como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (no por el temor) (Romanos 1:17). Entonces la vida de un creyente es una vida de fe, esto es, plena confianza y certeza en la Palabra de Dios. El hombre o la mujer de fe no duda, como dudaba Job. El creyente pide con fe, no dudando nada (Santiago 1:6-8). “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1 Juan 3:21-22). Job no tenía esta confianza. El se quedó en su miseria hasta que Dios le habló directamente y le instruyó.


8. Job no tenía un intercesor.

Algo que muchos no entiendan es que el diablo tuvo acceso al cielo para acusar al hombre hasta que Jesús se sentó a la diestra de Dios. Satanás era el acusador de los hermanos (Apocalipsis 12:10), y los acusaba delante de Dios día y noche. Pero cuando vino la salvación, el poder, el reino y la autoridad de Cristo, el diablo fue lanzado fuera del cielo y Jesús fue nuestro representante ante Dios (Apocalipsis 12:10). Entonces Pablo declara, “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34). Esto es algo que jamás experimentó Job. El ministerio de Jesús a nuestro favor significa una enorme bendición para el creyente. Su sangre nos limpia, su Espíritu nos llena, su gracia nos cubre y sus oraciones nos sostienen.

Entonces, ¿a quién seguiremos? ¿A Job o a Jesús? Aunque es interesante leer acerca de un hombre de tanta paciencia y ver la misericordia de Dios en su vida, ésta, realmente no tiene mucha relevancia para el creyente del Nuevo Pacto. El Señor nos respalda con toda la abundancia del cielo, nos ha dado sus promesas y ha establecido un pacto eterno con nosotros a través de la sangre de Jesús.

Vale la pena pasar más tiempo investigando el Nuevo Pacto, en lugar de la vida de Job. Job es un ejemplo de lo que produce la ignorancia y el temor. Jesús nos habla de lo que es posible por la revelación y la fe. Job, en su ignorancia, culpaba a Dios por sus problemas. Jesús ES Dios en la carne y culpó al diablo por la destrucción en el mundo. Job dijo que el Señor quita. Jesús declara que es el diablo quien quita. Job dijo que los “ terrores de Dios me combaten.” Jesús dijo, “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30).

Yo creo que es obvio para todos que nuestro ejemplo y la base de nuestra fe se encuentran en Jesús, y no en Job. Como dijo el Padre, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5).


http://www.barrybennett.org/contenido/articulos-de-ensenanza/job-o-jesus

¿Qué era el aguijón en la carne de Pablo?

Arrancando el aguijón de Pablo, de nuestra salud

por Verónica Vilardo de Bernard


2Corintios 12:7-10


Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente,
me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee,
para que no me enaltezca sobremanera;
Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades,
para que repose sobre mí el poder de Cristo.
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades,
en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.


Introducción.

Durante siglos, se hicieron muchas interpretaciones acerca de qué sería el aguijón en la carne de Pablo. Hubo quienes dijeron que era una mujer, un problema sexual, un pecado; pero la tradición más popular, perjudicial y asesina para la fe, es la que dice que el aguijón era una enfermedad. Entre las posibles enfermedades que se le adjudican a Pablo se dijo: que tenía dolores de cabeza, oftalmia, malaria, problema estomacales y otras más. ¿Por qué digo que es perjudicial? Porque basándose en esta tradición oral que se remonta al año 155 d.C enunciada por Jerónimo (uno de los 4 padres latinos de iglesia) los cristianos han pensado que si Dios no quiso sanar a Pablo de una enfermedad… ¿por qué habría de querer sanarlos a ellos? He aquí un gran obstáculo que impide “pedir con fe, sin dudar nada” (Santiago 1:6) en el área de la sanidad; el perjuicio radica precisamente en la “duda” que literalmente anula los versículos claros que incluyen la sanidad como parte de la redención: Isaías 53:4,5; Mateo 8:17; 1Pedro 2:24 (por sus llagas fuimos nosotros curados).

Desarrollo

1era Consideración: El primer punto que debe llamar nuestra atención al estudiar el pasaje del aguijón en la carne de Pablo es que la Palabra de Dios dice lo que era: “un ángel de Satanás” o “mensajero de Satanás” que lo abofeteaba.
La Palabra ángel o mensajero se traduce de la palabra "ANGELOS" cuyo significado es: mensajero; por implicación pastor:-mensajero, ángel. (Dic. Strong)

No hay registro bíblico en donde la palabra "angelos" se refiera a una enfermedad, ni siquiera como figura. Siempre se usa para definir alguno de los significados antes mencionados.
IMOPRTANTE: Tengamos en cuenta que si el mensajero era de Satanás, NO ES ENVIADO, NI DADO, NI "PERMITIDO" POR DIOS, pues Jesús (la imagen de Dios mismo) dijo lo siguiente: "porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí." (Juan 14:30). No hay amistad posible entre Dios y el diablo. Dios no abre puertas al diablo para que eduque ni maltrate a sus hijos . Ud mismo como padre, no le abriría la puerta a un violador, ni a un delincuente, ni a un asesino para que lastime a su hijo a fin de que aprenda alguna lección. Respira, Dios es aún mejor Padre que nosotros.

Cuando Dios creó el mundo, todo "era bueno en gran manera"; pero no olvidemos que Adán entregó por propia voluntad el domino que Dios le otorgó sobre este mundo a satanás. Él es el que mata, hurta y destruye. Dios mandó a Jesús para deshacer la obra del diablo.

Entonces, el agujón era un ángel o mensajero de satanás, enviado por satanás.

2da Consideración: En el contexto donde se encuentra inserto este pasaje, Pablo cuenta la experiencia de haber sido arrebatado al 3er cielo donde recibió una revelación especial “donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar.” Esta aseveración pueda querer indicar que no era posible expresar con palabras la revelación que había experimentado. Entendemos que la revelación que recibió de Dios, es acerca del ministerio hacia los gentiles. Seguidamente Pablo expresa que de su hombre interior se gloriaría; más no así de sí mismo. Esto habla de que Pablo no estaba cometiendo un “pecado de auto exaltación” como muchos afirman para argumentar que el aguijón era algo dado por Dios para bajarle los humos… Por el contrario, Pablo estaba bien ubicado con respecto a sí mismo y es algo que podemos verificar en su propia enseñanza a los Romanos en el vs 12:3: “…a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”

Lo que muchos han tomado como referente para decir que Pablo en realidad estaba siendo castigado por un pecado de exaltación personal es lo que sigue en el vs 11: “Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy.” Leyendo con atención y teniendo en cuenta el contexto anterior y posterior al del vs del aguijón, se puede observar que el apostolado de Pablo estaba siendo ignorado y menospreciado por quienes debían honrarlo, y Pablo está haciendo un reclamo mientras expresa que desearía NO tener que hacerlo.

Por otro lado, quiero resaltar que en sí, está escrito que Dios exalta a quienes se someten a Él: Santiago 4:10 “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.” 1Pe 5:6 “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo

¿Quién mejor que Pablo para ser exaltado que desde su llamado estuvo 100% dedicado al Señor teniendo todo por basura por amor de Cristo?

Dios mismo exaltó a Pablo tomándolo y dándole una revelación especial. No fue Pablo a sí mismo, sino que fue Dios Quien lo exaltó.

Entonces ¿quién estaba molesto porque Pablo “pudiera exaltarse desmedidamente”? ¿Dios? No. El mismo diablo…

3ra Consideración: Pablo era un estudioso de las escrituras. Había estudiado con uno de los maestros más reconocidos de sus tiempos, Gamaliel. No es raro que Pablo usara expresiones del Antiguo testamento, tanto como hoy nosotros a veces usamos expresiones de la versión Reina Valera. Así es que hay cuatro pasajes del A.T donde Dios habla acerca de aguijones o espinas en la carne:

1- “Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados , y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis” (Números 33:55).

2- “... sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones delante de vosotros, sino que os serán por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros costados y por espinas para vuestros ojos , hasta que perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado” (Josué 23:13).

3- “Por tanto, yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes para vuestros costados , y sus dioses os serán tropezadero” (Jueces 2:3).

4- Y nunca más será la casa de Israel espina desgarradora ni aguijón que le dé dolor , en medio de cuantos la rodean y la menosprecian; y sabrán que yo soy Jehová (Ezequiel 28:24)


¿A qué se refería entonces la Palabra de Dios? Se refería a “personas”, “pueblos”, “gente molesta”.
Entonces… si esos son los usos antiguos, lo más probable es que Pablo hiciera referencia a estas expresiones para referirse a lo mismo que Moisés, Josué, el libro de Jueces y Ezequiel se refirieron: “Personas molestas”.

Entonces, de acuerdo a esto, podemos decir que “Satanás” (no Dios) envió a Pablo una persona o mensajeros o un ángel que le causó problemas, molestias, estorbos a su ministerio.


4ta Consideración En el mismo libro de 2 Corintios está la respuesta de qué es el aguijón que representaba la debilidad de Pablo . Por ejemplo:

2Co 2:5 Pero si alguno me ha causado tristeza , no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros.

2Co 2:6 Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos;

2Co 2:10 Y al que vosotros perdonáis , yo también ; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo

En 2Cor 2:17 Pablo procura diferenciarse de aquellos que medran falsificando la Palabra de Dios .
En 2Cor 4:,9 habla de cómo se estaba sintiendo: perseguidos mas no desamparados, derribados, pero no destruidos.
2Cor 10:10 contiene una gran clave para entender lo que lo debilitó… “Porque a la verdad, dicen , las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable”

Es digno de observar que hubo una crítica destructiva por parte de alguno , en conformidad con otros que toleraron la crítica.

2Co 10:11 Esto tenga en cuenta tal persona , que así como somos en la palabra por cartas, estando ausentes, lo seremos también en hechos, estando presentes.

Encuentro en los dos versículos siguientes un elemento semejante al vs. del aguijón:

2Co 11:13 Porque éstos son falsos apóstoles , obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.
2Co 11:14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.


Los elementos semejantes:

12:7 Ángel de Satanás que me abofetee / 11: 14 Satanás se disfraza como ángel de luz (refiriéndose a los falsos apóstoles)


La detracción del apostolado de Pablo por boca de "falsos apóstoles" (ministros disfrazados de luz) lo lastimaron, sumado a la exaltación de ellos mismos y las falsas doctrinas que lo preocupaban constituyen aquello que lo agotó o debilitó. Es a este accionar de personas que Pablo no podía controlar, a lo cual Dios le dijo: “Bástate mi gracia, mi poder se perfecciona en tu debilidad”.

Luego Pablo sigue reclamando a los hermanos, en su dolor, el hecho de tolerar a alguien que los manipula:

2Cor 11:19 porque de buena gana toleráis a los necios , siendo vosotros cuerdos.
2Co 11:20 Pues toleráis si alguno os esclaviza, si alguno os devora, si alguno toma lo vuestro, si alguno se enaltece, si alguno os da de bofetadas .

(parece que no sólo a Pablo "abofeteaba" el mensajero)

2Co 11:21 Para vergüenza mía lo digo, para eso fuimos demasiado débiles. Pero en lo que otro tenga osadía (hablo con locura), también yo tengo osadía.

En los siguientes versículos se ve una clara mención al rumor que quisieron correr estos falsos apóstoles: decían que Pablo era débil. A esto, Pablo procuraba hacer entender que su autoridad era para edificación y no para destruir, aunque los falsos apóstoles o el líder de los falsos apóstoles lo hayan tildado de débil (tal vez para justificar sus manipulaciones).

2Co 13:9 Por lo cual nos gozamos de que seamos nosotros débiles, y que vosotros estéis fuertes; y aun oramos por vuestra perfección.

2Co 13:10 Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción.

Pablo fue criticado como alguien débil y su palabra menospreciable… en estos versículos Pablo parece querer decir que su “debilidad” fue no ser más duro con el tema de los falsos apóstoles.

5ta Consideración: Cuando Pablo pide a Dios tres veces que el aguijón fuera quitado de él, la respuesta de Dios es: “Bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”

¿Quiere decir esto que Pablo debía aguantarse algo porque Dios arbitrariamente no se lo quería sacar?
¿Es acaso insuficiente la GRACIA de Dios para librarnos de cualquier situación?

Quiero llamar su atención a Efesios 2:8
“Porque por GRACIA sois salvos por medio de la fe...”

Ahora quiero considerar el significado de la palabra SOZO traducida como SALVO:

SOZO: Salvar, librar o proteger (literalmente o figurativamente):-hacer salvo, librar, misericordia, preservar, salvar, sanar, sano.

Ahora, vuelvo a preguntar ¿no es suficiente la GRACIA de Dios para resolver cualquier situación incluso una enfermedad?

No sé por qué razón algunos leen estos versículos como una negativa de Dios, cuando en realidad es una expresión de victoria:

“¡Mi gracia te es suficiente Pablo, te hice vencedor! ¡Estás equipado con toda Mi armadura, úsala a tu favor! ¡Así es como Mi poder se perfecciona en la debilidad!” (Paráfrasis mía por acumulación de escrituras)

Por esa razón Pablo continúa con un cambio de actitud:

Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, ¿para qué? para que repose sobre mí el poder de Cristo.

¿Es este un comentario de resignación?
¿Acaso no es supereminente (Efesios 1:19) la grandeza del poder de Cristo actuando en donde soy débil?

Conclusión:
Bíblicamente hablando, el aguijón de Pablo no era una enfermedad, eran personas influenciadas por Satanás las que obstaculizaban a Pablo . Pero, aunque hubiera sido una enfermedad, si el PODER de Cristo se perfecciona en Pablo, entonces Pablo sería sanado porque la gracia de Dios Salva, sana, liberta, protege, regala dones, da nueva vida.

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Dice “soy fuerte”; no dice estoy resignado… ops... ¡pero qué raro!… no he visto que diga “me gozo en enfermedades”

Esta tradición, y la de Job (A.T) (que ya traté anteriormente) han obstaculizado por siglos la recepción de una de los grandes logros de la cruz de Cristo: "la sanidad".

¡Sé libre del aguijón de la tradición, y recibe tu sanidad!

Bendiciones

Si desean ver más estudios al respecto:
http://www.barrybennett.org/contenido/articulos-de-ensenanza/el-aguijon-de-pablo
www.sanidaddivinaparatodos.blogspot.com ; Capítu
los 36 y 37.

¿Es Dios Responsable por las tragedias?

Hay una piedra de la tradición muy pesada que adjudica a la permisión de Dios, las tragedias y toda desgracia que pudiéramos venir a los cristianos.
Observemos de dónde vienen, a fin de no caer en una blasfemia a causa de la ignorancia o la mala enseñanza:


Por Barry Bennett

Un niño atropellado. Un pueblo destruido por un diluvio. Miles de muertos por un terremoto. La vida de un papá terminada por el cáncer. ¿Por qué? Si Dios existe, ¿por qué no hace nada para evitar estas tragedias? Si Dios es amor, ¿cómo puede dejar que sucedan tales cosas? Quizás es Dios el autor de estos eventos y representan misterios que no nos toca entender en esta vida.
¿Existe una respuesta?

Aún para los cristianos estas preguntas provocan dudas e incertidumbre. Muchas veces la única respuesta que podemos ofrecer es que, “Dios está en control.” Pero... ¿es cierto? ¿Las tragedias y los desastres representan la voluntad de Dios?
Gracias al Señor, sí existen respuestas. Dios no nos ha dejado en ignorancia y oscuridad. El ha revelado plenamente por qué suceden las tragedias, y nos ha capacitado para enfrentar cada una y salir en victoria.

Antes de todo, es importante que entendamos el plan original de Dios para su creación. En el principio Dios creó el mundo y todo lo que en él hay. Al terminar su obra de creación la Biblia dice,

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31).

En aquel momento, no existía ninguna enfermedad, ningún tipo de violencia, ningún desastre natural, ni nada que pudiera destruir la vida del hombre ni la creación misma. Todo era bueno en gran manera.

El propósito de Dios era que el hombre llenara la tierra y que tuviera comunión con él. El fue creado a la imagen de Dios, y así, tenía el potencial para vivir una vida abundante y sin temor de ningún mal.

Sin embargo, el hombre desobedeció a Dios (Génesis 3). Su rebelión provocó tres consecuencias graves:

1) Desató una maldición sobre la tierra;
2) Dejó al hombre cortado de la vida de Dios y sin propósito;
3) Dejó al enemigo, satanás, como el dios de este mundo. Estos tres resultados del pecado han provocado todo el mal que vemos en el mundo hoy.

Veamos cada una en más detalle:


1. El Planeta Trastornado

El mundo que conocemos hoy no es el mundo que Dios creó. Antes del diluvio de Noé, el planeta no sufría del frío ni el calor, la lluvia ni la sequía, los tornados ni los terremotos, etc. El planeta había sido formado en perfección.

“En el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste” (2 Pedro 3:5).

Dios había establecido el planeta sobre una base de agua y había hecho una capa de agua sobre el cielo que protegía al hombre de los rayos dañinos del sol (Génesis 1:6-8). El planeta no experimentaba ni siquiera la lluvia porque, “Dios aún no había hecho llover sobre la tierra... sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” (Génesis 2:5-6).
Los científicos nos dicen que hace mucho tiempo el Polo Norte y la Antártica no existían como hoy, y de hecho han descubierto plantas congeladas en la profundidad del hielo de Antártica. Es probable que el mundo entero gozara de un clima perfecto y agradable.

Por el pecado de los hombres que se había multiplicado a gran escala, Dios decidió destruir al mundo y a casi todos los hombres. El salvó la vida de Noé y su familia a través del arca para mantener la raza humana con vida y esperanza, pero el diluvio cambió para siempre al planeta que Él había creado.

“Dijo, pues, Dios a Noé: ‘He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra’” (Génesis 6:13).

Después de que Noé hubiera hecho el arca, Dios comenzó el diluvio.

“Aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches” (Génesis. 7:11-12).
“Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días” (Génesis 7:24).

Esta tremenda fuente de agua que salió del gran abismo dejó al planeta inestable y los continentes comenzaron a moverse y “fue repartida la tierra” (Génesis 10:25). Por eso, suceden los terremotos. No es que Dios esté juzgando al mundo, sino que el mundo sigue experimentando los resultados de la catástrofe del diluvio.

A la vez, la capa del agua que protegía al planeta del sol y que mantenía un clima equilibrado y agradable, fue destruida y el agua derramada sobre la tierra.

“Por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua” (2 Pedro 3:6).

Esta poderosa fuente transformó por siempre al mundo que conocemos y dejó al clima en un estado inestable y, a veces, caprichoso. El desequilibrio climático produce los huracanes, los tornados, la sequía, etc. Los desastres naturales no representan la obra de Dios sino el resultado de un planeta trastornado por el pecado.


2.El Hombre sin Dios

Cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen (Génesis 1:26). Esto significa que el hombre tenía la capacidad de pensar los pensamientos de Dios, sentir las emociones de Dios, hablar las palabras de Dios y hacer las obras de Dios. Era un espíritu con Dios. El hombre también poseía algo que conocemos como el libre albedrío. No fue creado como un robot, ni un animal que solamente vive por su instinto . El hombre es capaz de elegir entre el bien y el mal, y es capaz de obedecer o rechazar las palabras de Dios. Solo así fue posible que Dios tuviera una relación íntima con su hombre. Si hubiera sido imposible para que el hombre rechazara a Dios, la relación entre ellos habría sido forzada y no genuina . Dios buscaba una relación basada en el amor genuino y una obediencia voluntaria.

Lamentablemente, el hombre eligió la desobediencia. Su pecado en el huerto de Edén es el evento más triste en la historia del mundo. Hemos visto lo que pasó en el planeta, pero, ¿qué pasó al mismo hombre?

Al perder su comunión con Dios, esto es, la fuente de su vida, el hombre quedó sin propósito, y Dios se quedó sin el hombre. Lo que era una relación íntima se transformó en una relación de temor, superstición y ritos religiosos. Porque Dios es santo y puro, y el hombre había perdido su pureza, Dios permaneció limitado en su relación con el hombre y solamente podía mantener contacto con él a través de sacrificios, pactos y leyes. El vínculo de la vida quedó roto.

“Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios...” (Isaías 59:2).

El hombre quedó desenchufado de Dios y libre para buscar su propio destino y tomar sus propias decisiones sin tomarse en cuenta su Creador . Por haber perdido el entendimiento de Dios, le fue cada vez más fácil equivocarse en las decisiones que tomaba. Ahora, le es posible pensar sus propios pensamientos, desatar sus propias emociones, hablar sus propias palabras y hacer las obras que se le ocurran, sin tomar en cuenta las palabras ni la voluntad de Dios. Si no quiere obedecer las leyes de tránsito, no lo hace. Si no quiere honrar su pacto de matrimonio, tampoco lo hace. Si quiere buscar su propia venganza en contra de su enemigo, lo puede hacer. Si decide odiar, pelear, matar, fornicar, abusar o maldecir, la opción es suya. Pero, el resultado de estos hechos no solo afecta al mismo hombre, sino también a aquellos que están a su alrededor. Lo que hace el uno puede afectar al otro, sea positivo o negativo.

El libre albedrío del hombre separado de Dios nos deja todos susceptibles a las decisiones de los demás. Los gobiernos hacen la guerra y los ciudadanos se mueren. Un hombre se emborracha y después atropella a alguien con su auto. Un delincuente decide asaltar a un negocio y mata a disparos al dueño. ¿Es la voluntad de Dios? No. ¿Dios lo permite? Solamente en el sentido en que cada hombre, incluidos tu y yo, tiene un libre albedrío dado por Dios desde la creación. Si Dios acabara con el libre albedrío del hombre, tendría que acabar con el tuyo también. No te sería posible pensar tus propios pensamientos, ni hablar tus propias palabras ni hacer lo que tu quieres. Serías un robot . ¿Eso es lo que quieres? Creo que no. Dios tampoco quiere eso. Lo que Dios quiere es que el hombre escoja el bien, una relación con él a través de Jesucristo. Sin el libre albedrío, esto no sería posible.

Estas tragedias motivadas por la desobediencia del hombre no representan la voluntad de Dios. Dios no es responsable por la maldad. El responsable es el hombre, que es el que rechaza a Dios y a su Hijo.

“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21).

Todas estas maldades, y el sufrimiento que desatan, no representan la voluntad de Dios sino los resultados de las decisiones del hombre carnal.


3. El Diablo en Control

La tercera consecuencia del pecado del hombre fue un cambio en el gobierno espiritual del mundo. Como resultado de la rebelión del hombre, él perdió su capacidad y autoridad para gobernar sobre la creación de Dios. Un enemigo, satanás, un ángel que también cayó por su propia rebelión, asumió el gobierno del planeta. Dios había entregado el mundo al hombre, y el hombre lo entregó al diablo.

“Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres” (Salmo 115:16).

Cuando Jesús fue tentado por el diablo en el desierto, el mismo satanás le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.

“Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy” (Lucas 4:5-6).

Desde el momento que Adán y Eva pecaron, el diablo, esto es satanás, ha tenido el señorío sobre el planeta.

Jesús nombró al diablo como “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31) y “el ladrón” (Juan 10:10); Pablo le llamó “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4), y “el príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2); y Juan declaró que “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19).

¿Cómo es el carácter de este “dios” o “príncipe” que opera en los hijos de desobediencia (la raza humana)?
Jesús, en una de sus declaraciones más importantes, reveló el carácter del maligno, y así nos aclaró por qué existe tanta maldad en el mundo

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

El propósito de Dios siempre ha sido la vida, la paz y la prosperidad. Dios nunca ha cambiado de carácter. Podemos ver su perfecta voluntad en la creación, en la vida de Jesús, y en el cielo. Las tragedias, la violencia, la destrucción y la muerte jamás han representado la voluntad de Dios . Muchas de estas cosas representan la obra del ladrón, el diablo, cuyo único propósito es la destrucción de la humanidad. El está para robar, matar y destruir.

Cuando vemos algún tipo de maldad o enfermedad, solamente tenemos que hacernos la pregunta, ¿es vida, o es destrucción y muerte? Instantáneamente podemos saber si proviene de Dios o no.

“Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).

“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17).

Dios jamás ha cambiado su carácter. El es eterno y su carácter es eterno. Su propósito para con el hombre es vida.

El resultado del gobierno de satanás sobre los hombres desobedientes fue la ignorancia espiritual

“El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4:4).

Cuando falta luz para entender el evangelio, el hombre acepta todo lo que pasa en la vida como la voluntad de Dios. Su expresión ante las tragedias, enfermedades y fracasos es: “Dios lo permitió.”

Pero no es así.

“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6).

Cuando entendemos que vivimos en un planeta sacudido y debilitado por el pecado, que el mismo hombre es capaz de desatar mucha destrucción por sus hechos, y que el gobierno espiritual del planeta se encuentra en las manos de un ser cuyo propósito es la destrucción de la raza humana, no es tan difícil entender por que suceden las tragedias. En nuestra ignorancia hemos culpado a Dios y aceptado todo como si fuera su voluntad. Hemos sido engañados por el dios de este siglo.

“Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane” (Mat.3:15)


Una Vida sobre la Roca

En el evangelio de Mateo, capítulo 7, versículos 24-27, Jesús nos habla de dos hombres y como enfrentaron la vida. Ambos hombres escucharon la Palabra de Dios. Ambos estaban construyendo sus casas (sus vidas). Uno de ellos era prudente porque era un hacedor de las palabras de Jesús. Era obediente a los principios revelados en el Nuevo Testamento. Cuando le tocaron las tormentas de la vida, que podrían ser cosas naturales, espirituales o carnales, él se mantuvo firme y sobrevivió “las tragedias” que le tocaron. El otro hombre no era un hacedor de la Palabra. No prestó atención a los principios de vida y, como resultado, cuando le tocaron las mismas circunstancias, su vida se arruinó.

El punto importante en este relato es que no fueron las circunstancias (las tragedias) las que derrumbaron la vida del hombre insensato, sino la falta de un cimiento firme. La voluntad de Dios era que él se quedara firme y victorioso. La tempestad no fue la voluntad de Dios. Tampoco el fracaso.


¿Qué haremos?

Ahora, hemos visto que las tragedias en el mundo no provienen de Dios ni representan su voluntad. Pero, ¿es posible vivir la vida abundante, libre de estas tragedias?

Para contestar la pregunta solamente es necesario ver la vida de Jesucristo. Su vida es nuestro ejemplo de lo que es posible por fe.

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4).

Cuando Jesús tenía que enfrentar el peligro de la naturaleza, él simplemente reprendió la tormenta y hubo paz (Marcos 4:36-40). Cuando fue tentado por el diablo, él proclamó la Palabra de Dios y el diablo tenía que rendirse (Lucas 4:1-13). El sanó a todos los oprimidos por el diablo porque Dios estaba con él (Hechos 10:38). Cuando le tocó la escasez, él tuvo la fe para multiplicar los panes y peces y alimentar a miles de personas con hambre (Mateo 14:16-21). Jesús dominaba las circunstancias de la vida por fe, y así quedó libre de las tragedias. El nos ha dado la oportunidad para vivir de la misma manera

“De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12).

La voluntad de Dios no es que sus hijos sean destruidos por una naturaleza fuera de control, ni por las malas decisiones de los hombres que no conocen a Dios, ni por las trampas y tentaciones del enemigo.

“Estas cosas os he hablado para que en mi tengaís paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Es cierto que todos vamos a enfrentar momentos difíciles en la vida, pero, no es cierto que tengamos que ser vencidos por ellas. Si caminamos en la verdad de Jesucristo, aplicando los principios de vida que él nos enseña en su Palabra, es posible evitar muchas tragedias y salir victoriosos de otras.

“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).
“¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:5).

¿Has creído en Jesús, el Hijo de Dios? No hablo de una religión muerta, sino de una relación viva con el Dios Todopoderoso, la fuente de vida y victoria, a través del Señor Jesucristo.
La vida victoriosa no está tan lejos. Simplemente tienes que creer en tu corazón y confesar con tu boca que Jesús es el Señor. Puedes comenzar una vida transformada ahora mismo; si quieres.
Dios te espera.

http://www.barrybennett.org/contenido/articulos-de-ensenanza/es-dios-responsable-por-las-tragedias
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Quitemos entonces la piedra de las tragedias de nuestro corazón. Dios te ha dado herramientas para resistir en el día malo, y para que habiendo acabado todo, puedas estar firme.
Él te ama y es esencialmente bueno.
Bendiciones.

martes, 19 de mayo de 2009