Introducción
Las tradiciones son como piedras pesadas que nublan nuestro entendimiento de la Palabra de Dios. Piedras que, aún teniendo la promesa de ser más que vencedores, nos hacen andar arrastrados y resignados en nuestro caminar. Piedras que nublan la magnificencia de la obra REDENTORA de CRISTO.
Jesús habló acerca de las tradiciones:
Mar 7:13 ... invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.
Esto lo decía con referencia a bendecir a los padres, pero hoy día, las tradiciones han INVALIDADO la sanidad divina como derecho de redención (Isaías 53:4,5), la recepción de las promesas mediante la "fe", la diferencia del Nuevo Pacto con el Antiguo etc.
Esta recopliación de estudios es para aquellos "que deseen" quitar el peso opresor de las trdiciones heredadas y caminar con la fe que RESISTE y VENCE al mundo, los que desean un cambio, más que justificaciones para la derrota... para los que como yo, desean ver muchos más milagros y maravillas como continuadores de la obra de Jesucristo... para Uds, será la serie de estudios DESCARTANDO LAS TRADICIONES QUE MINAN LA FE.
"Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres"
con amor
Vero.
miércoles, 17 de junio de 2009
La Soberanía de Dios
La soberanía de Dios "mal entendida" es la piedra de la tradición más nefasta. Es agua que apaga el fuego, es la culpable de que a pesar de que Cristo nos hizo vencedores, vivamos como resignados a las circunstancias.
Qué este estudio pueda abrir los ojos de aquellos que con un corazón abierto buscan la verdad de las escrituras.
Por Andrew Wommack
Introducción
Mi corazón estuvo realmente conmovido este último mes. Asistí a una conferencia donde un viejo hermano conocido mío estuvo ministrando. Él pasó por terribles experiencias que casi destruyeron su fe. Él se había vuelto amargo e iracundo hacia Dios causa de ellas. Finalmente se humilló, volvió a amar al Señor y se entusiasmó acerca del futuro. ¡Alabado sea el Señor! Sin embargo en el proceso, llegó a creer que era el Señor quién había causado todos sus problemas y se había resignado a la “soberanía de Dios”.
Yo creo que es la peor doctrina en la iglesia hoy. Conozco que esta es una chocante declaración y está cerca de la blasfemia para algunas personas, pero la enseñanza soberanista de hoy, es realmente un asesino de la fe. La creencia que Dios controla todo lo que nos pasa es una de los más grandes ataques del diablo en nuestras vidas.
Si esta forma de interpretar las circunstancias es verdadera, nuestras acciones son irrelevantes y nuestros esfuerzos absurdos, pues “será lo que tenga que ser” y nada se puede hacer al respecto.
Si creemos que Dios determina todas las cosas buenas o malas que nos pasan, temporariamente tendremos algo de alivio pero a largo plazo esto desprestigia a Dios, obstaculiza nuestra confianza en Dios e induce a la apatía.
La palabra “soberanía” no se usa en la Versión King James. Se usa 303 veces en el Antiguo Testamento de la Nueva Versión Internacional, pero ésta siempre se usa en asociación con la palabra “SEÑOR” y es equivalente a “SEÑOR DIOS” en la Versión King James. Ni una sola de estas veces es usada la palabra soberano de la manera que la ha usado la religión en nuestros días y tiempo.
La religión ha dado a luz la invención de un nuevo significado de la palabra “soberanía” que básicamente significa “Dios controla todo”. Nada puede pasar sino lo que Él quiera. Sin embargo no es esto lo que afirma el concepto real de la definición
El diccionario define “soberano” así:
1. adj. Que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente:
poder soberano. También s.
2. [País o territorio] independiente,libre:
república soberana.
3. col. Magnífico,excelente, no superado
4. col. Muy grande o importante.
5. m. y f. Monarca
Ninguna definición de estas expresa que Soberano significa que “controla todo”. Se supone que puesto que Dios es superior o supremo, nada puede suceder sin Su aprobación. Esto no es lo que la Escritura enseña. En 2Pedro 3:9, Pedro dice:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca,”
Esto claramente enuncia que no es la voluntad del Señor que ninguno perezca, aún así las personas perecen.
Jesús dijo:
Mateo 7:13 “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”
Relativamente pocas personas se salvan en comparación con el número que se pierde. La voluntad de Dios para las personas en relación con la salvación no está siendo cumplida.
Esto se debe a que el Señor nos dio la LIBERTAD DE ELEGIR. Él no quiere que ninguno vaya al infierno y por eso pagó por los pecados del mundo entero (1 Juan 2:2, 1 Tim. 4:10), pero tenemos que optar por poner nuestra fe en Cristo y recibir su salvación. Las personas son las que eligen el infierno por no elegir a Jesús como su salvador. ES LA LIBRE VOLUNTAD DEL HOMBRE QUE LOS CONDENA, NO DIOS.
El Señor busca a cada persona, pero tenemos que cooperar. En última instancia, el Señor simplemente dejará que se cumplan las consecuencias de sus propias decisiones.
Dios tiene un plan perfecto para la vida de cada persona, pero Él no nos “obliga” a transitar ese camino. Nosotros somos agentes de libertad moral con la capacidad de elegir. Él nos ha dicho cuales son las decisiones correctas (Dt 30:19) pero Él NO TOMA esas decisiones por nosotros. Dios nos dio el poder de controlar nuestros destinos.
La típica enseñanza de la soberanía de Dios pone a Jesús en el asiento del conductor con nosotros como pasajeros. A primera vista todo parece bueno. Todos nosotros hemos experimentado el desastroso resultado de hacer las cosas a nuestra manera, así es que deseamos ser conducidos por el Señor y además, enseñar que nada pasa excepto lo que Dios quiere. Esto encaja encantadoramente; sin embargo las Escrituras nos retratan a cada uno de nosotros detrás del volante de nuestras vidas. NOSOTRS SOMOS LOS QUE MANEJAMOS. Se supone que tomamos instrucciones del Señor pero Él no conduce por nosotros.
Al hombre se le ha dado la autoridad sobre su propia vida, pero él debe buscar la dirección del Señor para triunfar. Jer 10:23 dice:
Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.
Dios nos creó para que seamos dependientes de Él y nuestra independencia es la raíz de todos nuestros problemas. Como si no fuera lo suficientemente malo para el hombre intentar manejar sus asuntos independientemente de Dios y Sus pautas, esto ha sido empeorado por la religión que nos enseña que todos nuestros problemas son de hecho “bendiciones de Dios” [o “propósitos de Dios” N. del T.]. Esto asesina a la fe. Hace a las personas totalmente pasivas.
Santiago 4:7 “Someteos pues a Dios, resistid al diablo y huirá de vosotros”
Este versículo nos aclara que algunas cosas son de Dios y otras del diablo. Nosotros debemos someternos a las cosas que son de Dios y resistir las cosas que son del diablo. La palabra resistir significa “luchar activamente en contra de”.
Decir “lo que tenga que ser, será” no es luchar activamente en contra del diablo.
Si una persona creyera realmente que Dios es el que puso la enfermedad en ellos porque Él está intentando implementar algo nuevo en sus vidas, entonces ellos no deberían ir al doctor o tomar medicamentos. Esto sería resistir los planes de Dios. Deberían dejar que los enfermos sigan su curso y por lo tanto obtener el beneficio total de la corrección de Dios. Por supuesto ninguno se avoca a tal cosa. Esto es absurdo. Resulta más absurdo aún creer que Dios está detrás de las tragedias.
Hechos 10:38 dice que Jesús sanó a todos los oprimidos POR EL DIABLO no fue Dios el que los oprimió con la enfermedad. Fue el diablo. Es lo mismo hoy en día. La enfermedad es del diablo, no de Dios. Nosotros necesitamos resistir la enfermedad, y por fe, someternos nosotros mismos a la sanidad que es de Dios a través de la expiación de Cristo
Yo sé que alguno está pensando ¿qué hay de las instancias del A.T cuando Dios aflige a la gente con enfermedad y plagas? Hay mucho que yo podría decir acerca de esto si tuviera el espacio, pero una respuesta simplificada a esta pregunta es que ninguna de esas instancias eran bendiciones. Eran maldiciones. Dios sí usó la enfermedad en el A.T. como castigo pero en el N.T. Jesús cargó nuestras maldiciones por nosotros. Gál 3:13. Dios “no pone” más enfermedad en el creyente del N.T así como Él “no nos hace” pecar. Ambos, el perdón de los pecados y la sanidad son parte de la expiación que Jesús proveyó para nosotros.
Deuteronomio 28 debería resolver para siempre esta pregunta para todos aquellos que creen en la Palabra de Dios. Los primeros 14 versículos de Dt 28 enumera las bendiciones de Dios y los últimos 53 versículos enumera las maldiciones de Dios. La sanidad está enumerada como una bendición. Dt 28:4. La enfermedad está enumerada como una maldición (Deut. 28:22, 27-28, 35, 59-61). Dios llamó a la enfermedad una maldición. No deberíamos llamarla una bendición.
Conocer que Dios no es el autor de mis problemas es una de las más importantes revelaciones que el Señor jamás me ha dado.
Si yo creyera que fue Dios, quien mató a mi padre cuando yo tenía doce años como así también a algunos de mis mejores amigos antes de que yo tuviera 20, si fue Dios quien había secuestrado personas, que fue Dios quien permitió que me calumnien, que me amenacen con matarme, y haga que seres queridos se vuelvan en mi contra, lógicamente de ser esto así, yo tendría dificultades para confiar en Dios.
Por el contrario, es muy reconfortante saber que Dios sólo tiene buenas dádivas en la tienda para mí. Cualquier problema en mi vida proviene del diablo, de mi propia creación, o simplemente de los resultados de la vida en un planeta caído. Mi Padre celestial no me ha hecho nunca daño alguno,[ni lo permite] y nunca lo hará. YO SÉ esto.
No estoy diciendo que no hay nada que aprender de las dificultades. La mayoría de ustedes que están leyendo este artículo han llegado al Señor porque algo los abrumó en su vida y causó, a su vez, que se acerque al Señor por ayuda. Esta situación no era de Dios, independientemente de los resultados. Usted vino al Señor a causa de la dificultad y la fe que usted puso en Él cambió su vida alrededor, pero no fueron las dificultades que cambiaron su vida. [De hecho no todos buscan a Dios cuando tienen dificultades]
Si las dificultades y problemas nos hacen mejores, entonces todos los que han tenido problemas tuvieron lo mejor para ellos. Los que tienen más problemas serían los que están mejor. Eso simplemente no es así.
Permítanme ilustrar esto con una historia acerca de mi hijo, Joshua. Cuando sólo tenía un año de edad, yo estaba cargando madera en un camión grande en el calor de un verano de Texas. Josué estaba conmigo, y él estaba teniendo un gran momento jugando en el patio con la madera. A media tarde, estaba cansado y con sueño y comenzó a acostarse en la tierra para tomar una siesta. Sabía que a su madre no le gustaría esto, por lo que lo puse en la cabina del camión para que se acueste y tome su siesta.
Él había querido entrar en ese camión todo el día, y cuando lo puse ahí, revivió. Tuve que bajar las ventanas porque hacía calor, y Joshua se inclinaba fuera de la ventana saludándome con la mano por el espejo lateral. Le dije que se acostara y le di unas nalgadas, pero no tuvo en cuenta esto. Él se inclinó demasiado lejos por la ventana, quedó fuera de la cabina, golpeó su ojo con el estribo de la camioneta y aterrizó de cabeza.
Corrí hacia él, oré por él, y lo contuve hasta que dejó de llorar. Entonces le dije que esa era la razón por la cual le había dicho que se acueste y que no se asome por la ventana. He utilizado esta situación que le causó dolor, para enseñarle a él. Ahora si Joshua hubiera interpretado lo sucedido a la luz de la soberanía que enseñan los maestros de hoy, habría ido a decirle a a todos sus amigos que “su padre lo dejó caer de ese camión para enseñarle a obedecer”. ¡Eso no es así! Hice lo que pude para ponerle límites. Yo tendría mucho dolor si esa fuera la manera de pensar de Joshua acerca de mí.
No creo que bendiga a nuestro padre celestial que nosotros lo culpemos por todos los problemas que vienen a nuestras vidas. Seguramente, Él nos confortará cuando nosotros nos volvamos a Él en el medio de nuestros problemas, pero Él no creó las circunstancias negativas que afectan nuestras vidas.
Dios es soberano en el sentido que Él está por encima de todo y es supremo. No hay uno mayor en autoridad o en el poder [Él estableció todas las leyes y principios que gobiernan el universo], pero eso no quiere decir que ejerce su poder mediante el control [o manipulación] de todo en nuestras vidas. Dios nos ha dado la libertad de elegir. Él tiene un plan para nosotros. Se trata de revelarnos ese plan y estimularnos en esa dirección, pero nosotros elegimos. Él no hace nuestras elecciones por nosotros.
En muchos casos, es nuestra elección equivocada la que trae desastres sobre nosotros. En la mayoría de los casos, nuestros problemas no son nada más y nada menos que ataques del diablo. En algunos otros casos, las fuerzas de la naturaleza de un mundo imperfecto nos causan dolor. Nuestras tragedias no son nunca el juicio o la corrección de Dios. Jesús vino a darnos “vida abundante”. El diablo vino a robar, matar y destruir (Juan 10:10). Nunca te dejes confundir. Si es bueno, es de Dios. Si es malo, es del diablo. [Si esto no fuera así, nunca podría resistir al enemigo con efectividad, pues no sabría qué viene de dónde]
Esta es una doctrina fundamental del Cristianismo que debe entenderse adecuadamente si quiere la victoria en su vida. Creer que Dios controla todo, lo transforma en una persona pasiva
¿Para qué orar y creer en algo mejor? Sea como sea, pasará lo que Dios quiera. Eso simplemente no es cierto. [la voluntad de Dios de que seamos bendecidos en todas las cosas ya está expresada en todo el N.T]
El Señor es la respuesta a todos nuestros problemas. Él no es el problema.
Si creemos que Dios determina todas las cosas buenas o malas que nos pasan, temporariamente tendremos algo de alivio pero a largo plazo esto desprestigia a Dios, obstaculiza nuestra confianza en Dios e induce a la apatía.
La soberanía de Dios
La palabra “soberanía” no se usa en la Versión King James. Se usa 303 veces en el Antiguo Testamento de la Nueva Versión Internacional, pero ésta siempre se usa en asociación con la palabra “SEÑOR” y es equivalente a “SEÑOR DIOS” en la Versión King James. Ni una sola de estas veces es usada la palabra soberano de la manera que la ha usado la religión en nuestros días y tiempo.
La religión ha dado a luz la invención de un nuevo significado de la palabra “soberanía” que básicamente significa “Dios controla todo”. Nada puede pasar sino lo que Él quiera. Sin embargo no es esto lo que afirma el concepto real de la definición
El diccionario define “soberano” así:
1. adj. Que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente:
poder soberano. También s.
2. [País o territorio] independiente,libre:
república soberana.
3. col. Magnífico,excelente, no superado
4. col. Muy grande o importante.
5. m. y f. Monarca
Ninguna definición de estas expresa que Soberano significa que “controla todo”. Se supone que puesto que Dios es superior o supremo, nada puede suceder sin Su aprobación. Esto no es lo que la Escritura enseña. En 2Pedro 3:9, Pedro dice:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca,”
Esto claramente enuncia que no es la voluntad del Señor que ninguno perezca, aún así las personas perecen.
Jesús dijo:
Mateo 7:13 “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”
Relativamente pocas personas se salvan en comparación con el número que se pierde. La voluntad de Dios para las personas en relación con la salvación no está siendo cumplida.
Esto se debe a que el Señor nos dio la LIBERTAD DE ELEGIR. Él no quiere que ninguno vaya al infierno y por eso pagó por los pecados del mundo entero (1 Juan 2:2, 1 Tim. 4:10), pero tenemos que optar por poner nuestra fe en Cristo y recibir su salvación. Las personas son las que eligen el infierno por no elegir a Jesús como su salvador. ES LA LIBRE VOLUNTAD DEL HOMBRE QUE LOS CONDENA, NO DIOS.
El Señor busca a cada persona, pero tenemos que cooperar. En última instancia, el Señor simplemente dejará que se cumplan las consecuencias de sus propias decisiones.
Dios tiene un plan perfecto para la vida de cada persona, pero Él no nos “obliga” a transitar ese camino. Nosotros somos agentes de libertad moral con la capacidad de elegir. Él nos ha dicho cuales son las decisiones correctas (Dt 30:19) pero Él NO TOMA esas decisiones por nosotros. Dios nos dio el poder de controlar nuestros destinos.
La típica enseñanza de la soberanía de Dios pone a Jesús en el asiento del conductor con nosotros como pasajeros. A primera vista todo parece bueno. Todos nosotros hemos experimentado el desastroso resultado de hacer las cosas a nuestra manera, así es que deseamos ser conducidos por el Señor y además, enseñar que nada pasa excepto lo que Dios quiere. Esto encaja encantadoramente; sin embargo las Escrituras nos retratan a cada uno de nosotros detrás del volante de nuestras vidas. NOSOTRS SOMOS LOS QUE MANEJAMOS. Se supone que tomamos instrucciones del Señor pero Él no conduce por nosotros.
Al hombre se le ha dado la autoridad sobre su propia vida, pero él debe buscar la dirección del Señor para triunfar. Jer 10:23 dice:
Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos.
Dios nos creó para que seamos dependientes de Él y nuestra independencia es la raíz de todos nuestros problemas. Como si no fuera lo suficientemente malo para el hombre intentar manejar sus asuntos independientemente de Dios y Sus pautas, esto ha sido empeorado por la religión que nos enseña que todos nuestros problemas son de hecho “bendiciones de Dios” [o “propósitos de Dios” N. del T.]. Esto asesina a la fe. Hace a las personas totalmente pasivas.
Santiago 4:7 “Someteos pues a Dios, resistid al diablo y huirá de vosotros”
Este versículo nos aclara que algunas cosas son de Dios y otras del diablo. Nosotros debemos someternos a las cosas que son de Dios y resistir las cosas que son del diablo. La palabra resistir significa “luchar activamente en contra de”.
Decir “lo que tenga que ser, será” no es luchar activamente en contra del diablo.
Si una persona creyera realmente que Dios es el que puso la enfermedad en ellos porque Él está intentando implementar algo nuevo en sus vidas, entonces ellos no deberían ir al doctor o tomar medicamentos. Esto sería resistir los planes de Dios. Deberían dejar que los enfermos sigan su curso y por lo tanto obtener el beneficio total de la corrección de Dios. Por supuesto ninguno se avoca a tal cosa. Esto es absurdo. Resulta más absurdo aún creer que Dios está detrás de las tragedias.
Hechos 10:38 dice que Jesús sanó a todos los oprimidos POR EL DIABLO no fue Dios el que los oprimió con la enfermedad. Fue el diablo. Es lo mismo hoy en día. La enfermedad es del diablo, no de Dios. Nosotros necesitamos resistir la enfermedad, y por fe, someternos nosotros mismos a la sanidad que es de Dios a través de la expiación de Cristo
Yo sé que alguno está pensando ¿qué hay de las instancias del A.T cuando Dios aflige a la gente con enfermedad y plagas? Hay mucho que yo podría decir acerca de esto si tuviera el espacio, pero una respuesta simplificada a esta pregunta es que ninguna de esas instancias eran bendiciones. Eran maldiciones. Dios sí usó la enfermedad en el A.T. como castigo pero en el N.T. Jesús cargó nuestras maldiciones por nosotros. Gál 3:13. Dios “no pone” más enfermedad en el creyente del N.T así como Él “no nos hace” pecar. Ambos, el perdón de los pecados y la sanidad son parte de la expiación que Jesús proveyó para nosotros.
Deuteronomio 28 debería resolver para siempre esta pregunta para todos aquellos que creen en la Palabra de Dios. Los primeros 14 versículos de Dt 28 enumera las bendiciones de Dios y los últimos 53 versículos enumera las maldiciones de Dios. La sanidad está enumerada como una bendición. Dt 28:4. La enfermedad está enumerada como una maldición (Deut. 28:22, 27-28, 35, 59-61). Dios llamó a la enfermedad una maldición. No deberíamos llamarla una bendición.
Conocer que Dios no es el autor de mis problemas es una de las más importantes revelaciones que el Señor jamás me ha dado.
Si yo creyera que fue Dios, quien mató a mi padre cuando yo tenía doce años como así también a algunos de mis mejores amigos antes de que yo tuviera 20, si fue Dios quien había secuestrado personas, que fue Dios quien permitió que me calumnien, que me amenacen con matarme, y haga que seres queridos se vuelvan en mi contra, lógicamente de ser esto así, yo tendría dificultades para confiar en Dios.
Por el contrario, es muy reconfortante saber que Dios sólo tiene buenas dádivas en la tienda para mí. Cualquier problema en mi vida proviene del diablo, de mi propia creación, o simplemente de los resultados de la vida en un planeta caído. Mi Padre celestial no me ha hecho nunca daño alguno,[ni lo permite] y nunca lo hará. YO SÉ esto.
No estoy diciendo que no hay nada que aprender de las dificultades. La mayoría de ustedes que están leyendo este artículo han llegado al Señor porque algo los abrumó en su vida y causó, a su vez, que se acerque al Señor por ayuda. Esta situación no era de Dios, independientemente de los resultados. Usted vino al Señor a causa de la dificultad y la fe que usted puso en Él cambió su vida alrededor, pero no fueron las dificultades que cambiaron su vida. [De hecho no todos buscan a Dios cuando tienen dificultades]
Si las dificultades y problemas nos hacen mejores, entonces todos los que han tenido problemas tuvieron lo mejor para ellos. Los que tienen más problemas serían los que están mejor. Eso simplemente no es así.
Permítanme ilustrar esto con una historia acerca de mi hijo, Joshua. Cuando sólo tenía un año de edad, yo estaba cargando madera en un camión grande en el calor de un verano de Texas. Josué estaba conmigo, y él estaba teniendo un gran momento jugando en el patio con la madera. A media tarde, estaba cansado y con sueño y comenzó a acostarse en la tierra para tomar una siesta. Sabía que a su madre no le gustaría esto, por lo que lo puse en la cabina del camión para que se acueste y tome su siesta.
Él había querido entrar en ese camión todo el día, y cuando lo puse ahí, revivió. Tuve que bajar las ventanas porque hacía calor, y Joshua se inclinaba fuera de la ventana saludándome con la mano por el espejo lateral. Le dije que se acostara y le di unas nalgadas, pero no tuvo en cuenta esto. Él se inclinó demasiado lejos por la ventana, quedó fuera de la cabina, golpeó su ojo con el estribo de la camioneta y aterrizó de cabeza.
Corrí hacia él, oré por él, y lo contuve hasta que dejó de llorar. Entonces le dije que esa era la razón por la cual le había dicho que se acueste y que no se asome por la ventana. He utilizado esta situación que le causó dolor, para enseñarle a él. Ahora si Joshua hubiera interpretado lo sucedido a la luz de la soberanía que enseñan los maestros de hoy, habría ido a decirle a a todos sus amigos que “su padre lo dejó caer de ese camión para enseñarle a obedecer”. ¡Eso no es así! Hice lo que pude para ponerle límites. Yo tendría mucho dolor si esa fuera la manera de pensar de Joshua acerca de mí.
No creo que bendiga a nuestro padre celestial que nosotros lo culpemos por todos los problemas que vienen a nuestras vidas. Seguramente, Él nos confortará cuando nosotros nos volvamos a Él en el medio de nuestros problemas, pero Él no creó las circunstancias negativas que afectan nuestras vidas.
Dios es soberano en el sentido que Él está por encima de todo y es supremo. No hay uno mayor en autoridad o en el poder [Él estableció todas las leyes y principios que gobiernan el universo], pero eso no quiere decir que ejerce su poder mediante el control [o manipulación] de todo en nuestras vidas. Dios nos ha dado la libertad de elegir. Él tiene un plan para nosotros. Se trata de revelarnos ese plan y estimularnos en esa dirección, pero nosotros elegimos. Él no hace nuestras elecciones por nosotros.
En muchos casos, es nuestra elección equivocada la que trae desastres sobre nosotros. En la mayoría de los casos, nuestros problemas no son nada más y nada menos que ataques del diablo. En algunos otros casos, las fuerzas de la naturaleza de un mundo imperfecto nos causan dolor. Nuestras tragedias no son nunca el juicio o la corrección de Dios. Jesús vino a darnos “vida abundante”. El diablo vino a robar, matar y destruir (Juan 10:10). Nunca te dejes confundir. Si es bueno, es de Dios. Si es malo, es del diablo. [Si esto no fuera así, nunca podría resistir al enemigo con efectividad, pues no sabría qué viene de dónde]
Esta es una doctrina fundamental del Cristianismo que debe entenderse adecuadamente si quiere la victoria en su vida. Creer que Dios controla todo, lo transforma en una persona pasiva
¿Para qué orar y creer en algo mejor? Sea como sea, pasará lo que Dios quiera. Eso simplemente no es cierto. [la voluntad de Dios de que seamos bendecidos en todas las cosas ya está expresada en todo el N.T]
El Señor es la respuesta a todos nuestros problemas. Él no es el problema.
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Quitemos la piedra de la mala enseñanza acerca de la soberanía de Dios, y podremos entender que TODAS las buenas dádivas vienen de Dios y el que viene a hurtar, matar y destruir es el diablo mismo... sin permisos de Dios. Esto te ayudará a aplicar tus derechos de hijo de Dios con toda confianza, sabiendo que fuiste hecho un vencedor por el sacrificio de Cristo.
Bendiciones!
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